Sí, ya pasó otra semana! Hola, y gracias por compartir conmigo estos minutos de reflexión dominical. En la lectura del Evangelio de hoy exploramos la parábola del sembrador. Dice así…
El Santo Evangelio según San Mateo el Capítulo 13. (Mateo 13: 1-9, 18-23)
¡Gloria a ti, oh Señor!
“Aquel mismo día salió Jesús de casa y se sentó a la orilla del lago. Como se reunió mucha gente, Jesús subió a una barca y se sentó, mientras la gente se quedaba en la playa. Entonces se puso a hablarles de muchas cosas por medio de parábolas. Les dijo: «Un sembrador salió a sembrar. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; esa semilla brotó pronto, porque la tierra no era muy honda; pero el sol, al salir, la quemó, y como no tenía raíz, se secó. Otra parte de la semilla cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio buena cosecha; algunas espigas dieron cien granos por semilla, otras sesenta granos, y otras treinta. Los que tienen oídos, oigan. Escuchen, pues, lo que quiere decir la parábola del sembrador: Los que oyen el mensaje del reino y no lo entienden, son como la semilla que cayó en el camino; viene el maligno y les quita el mensaje sembrado en su corazón. La semilla que cayó entre las piedras representa a los que oyen el mensaje y lo reciben con gusto, pero como no tienen suficiente raíz, no se mantienen firmes; cuando por causa del mensaje sufren pruebas o persecución, fallan. La semilla sembrada entre espinos representa a los que oyen el mensaje, pero los negocios de esta vida les preocupan demasiado y el amor por las riquezas los engaña. Todo esto ahoga el mensaje y no lo deja dar fruto en ellos. Pero la semilla sembrada en buena tierra representa a los que oyen el mensaje y lo entienden y dan una buena cosecha, como las espigas que dieron cien, sesenta o treinta granos por semilla”.
El evangelio del Señor.
Alabanza a ti, oh Cristo!
Gracia y paz son a ustedes de nuestro Padre en los cielos y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Jesús fue un gran narrador de historias. Me gusta la parte en la que dice: “Los que tienen oídos, oigan”. Él solo cuenta una historia y deja que cada uno sea guiado por el Espíritu para comprender lo que necesitan en ese momento. Pero, en su rol de Maestro, a sus discípulos, les da una explicación. Aún más, nosotros lo estamos leyendo de escritos de hace mucho tiempo, en un contexto diferente, y estamos haciendo nuestra propia interpretación de esta historia o parábola.
Aquí es donde todos comenzamos a identificar qué es qué y quién es quién, somos sembradores, semillas o qué tipo de suelo, ¿verdad? Quizás, comenzamos a pensar quiénes son los tipos de suelos malos entre los que conocemos.
Siendo completamente honesto, creo que yo soy TODO eso en algún momento de mi vida. David Leininger explicó algo similar. En mi caso, primero es como si algunas personas me hablaran y es como si estuvieran hablándole a una pared. – La semilla que cayó en el camino. A veces entiendo un gran concepto cristiano, pero no le doy seguimiento. – Tierra pedregosa. Otras veces estoy tan ocupado que a mi propio cuidado espiritual lo descuida por completo. – Tierra espinosa.
Sin embargo, hay momentos en que pongo en práctica lo que aprendo y lo convierto en un buen estilo de vida. – Buena tierra. Y desearía que fuera así todo el tiempo, pero mi humanidad es fuerte.
De todos modos, ¿cuál fue el punto de Jesús aquí? Porque, cuando nos colocamos como sembradores, creemos que tenemos toda la responsabilidad del resultado final. O que podemos ser mejores suelos para la Palabra de Dios. Por eso muchas veces nos desanimamos porque creemos que todo depende de nosotros.
La verdad es que el punto de la historia de Jesús está en el final: la súper GRAN cosecha de ganancia de cien veces, sesenta, treinta. ¡Eso es enorme! Mejor aún es, cuando entendemos que no tenemos nada que ver con el resultado final, todo depende de Dios. Si estamos siendo lo que afirmamos ser, seguidores de Cristo, seremos la iglesia y confiaremos completamente en Dios. Entonces planeamos acciones para ayudar a los pobres y necesitados. Nos damos cuenta de que necesitamos desarrollar relaciones incómodas con personas diferentes a nosotros. Nos cuidamos de no infectarnos con el Coronavirus. Obedecemos la Palabra de Dios escrita en Proverbios 22: 3 “El prudente ve el peligro y se esconde; pero los necios siguen adelante y sufren las consecuencias”. Nos quedamos en casa si sabemos que tenemos que hacerlo. Y somos increíblemente cuidadosos cuando necesitamos salir. Porque confiar en Dios no es ser negligente sino obediente. Alzamos la voz sobre algo injusto cuando es el momento adecuado. Y nos lamentamos y lloramos juntos … cuando nos duele.
Oremos,
Creador de todo, viste tu creación y dijiste que era buena. Nos confiaste la responsabilidad de cuidar nuestros cuerpos, a otras personas, a los animales y el planeta en general. Lo estamos intentando, Señor. Cuando nos desanimemos, ayúdanos con tu Espíritu animador. Cuando necesitamos ser desafiados, danos el coraje y el valor. Nos ponemos en tus manos amorosas una vez más, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Gracias por tomarte estos minutos para escuchar esta reflexión. Me agradaría saber de ti. ¿Serías tan amable y me dejarías un comentario aquí abajo? ¡Gracias! …. Ahora, recibe la bendición:
El Señor te bendiga y te guarde. El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia. ¡El Señor alce hacia ti su rostro y te conceda la paz! Amén
+ Bishop Pedro Suarez
Florida-Bahamas Synod, ELCA