Hola y gracias por permitirme compartir esta reflexión dominical con ustedes. En el Evangelio de hoy, Jesús les dice a sus discípulos cómo las personas reciben a los mensajeros y a su mensaje.
El Santo Evangelio según San Mateo 10: 40-42
¡Gloria a ti, oh Señor!
“»El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá igual premio que el profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, recibirá el mismo premio que el justo. Y cualquiera que le da siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por ser seguidor mío, les aseguro que tendrá su premio.»”
El Evangelio de nuestro Señor.
Alabanza a ti, oh Cristo!
Gracia y paz son A ustedes de nuestro Padre en los cielos, y de su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Cuando era un adolescente fui a ver el estreno de una famosa película en un cine popular en mi ciudad natal. Un par de mis amigos de la iglesia estaban conmigo y les pregunté: “¿Ustedes se avergonzarían del Evangelio?” Y ellos me contestaron, ¡Por supuesto que no! Entonces comencé a cantar duro una canción cristiana de los campamentos en medio de la gran fila de personas que esperaban por sus boletos. ¡Mis amigos desaparecieron de inmediato! ¡Se esfumaron! No pude ver a donde se fueron. Me dejaron solo. Un poco más tarde, cuando pensaron que era seguro regresar a la línea, les dije: “¿Ven? ¡Se avergonzaron de su fe!” Pero ellos me contestaron: “No, hombre. No nos avergonzamos del evangelio. Nos das vergüenza tú”.
Bueno, ¿se dan cuenta?, en muchos casos en la vida, el mensajero se convierte en el mensaje. Yo actué fuera de lugar, sin pensar, solo siendo un adolescente loco, y mis amigos estaban avergonzados de mí por mi acción ridícula.
Como cristianos, siempre tenemos el desafío de compartir el Evangelio, pero rara vez somos entrenados y enseñados a hacerlo de manera efectiva, calculada y compasiva.
En las palabras de Jesús que leemos hoy, él habla sobre quienes “reciben” el mensaje, su respuesta y su recompensa. ¡Qué responsabilidad tan grande tenemos! ¿Cómo muestran nuestras palabras en las redes sociales y en Internet el amor y el respeto que Jesús quiere que proclamemos?
Algunos cristianos, mientras leen este texto del evangelio, le dan mucho peso al mensajero y poco al que recibe el mensaje. ¿Qué sabemos acerca de quienes reciben nuestros mensajes? ¿Pensamos que somos realmente la única persona mensajera de Cristo para los demás? ¿Podría ser que mi arrogancia se interponga en el camino del mensaje y el que lo envía? ¿Quizás, es a eso lo que no le están dando la bienvenida? Podemos hablar mucho sobre el respeto en nuestros días, pero ¿estamos realmente respetando a los que piensan diferente a nosotros?
Oremos,
Dios misericordioso, tu mensaje es de amor, amor puro en acción. A veces arruinamos nuestra comprensión de cómo compartir tu amor. Perdónanos, porque hemos lastimado a otras personas con nuestras palabras sin respeto. Estás trabajando en la vida de cada quien. Guíanos a donde podamos aprender a ser dignos mensajeros de tu amor y tu compasión. Concédenos paz, arrepentimiento, reconciliación y dale salud a nuestras comunidades. Oramos estas cosas, a través de tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Gracias por ver este breve espacio de reflexión. ¡Hasta la próxima! Quédense con la bendición de Dios.
El Señor te bendiga y te guarde. El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia. El Señor alce a ti su rostro y te conceda la paz! Amen.
+ Bp. Pedro
Rev. Pedro Suarez, Bishop
Florida-Bahamas Synod, ELCA